OBEDIENCIA EN PERROS
Una de las consultas que más se repite es cómo enseñar al perro a
acudir a la llamada y qué hacer en caso de que no nos obedezca a la primera.
Para lo primero, debemos empezar a practicar en entornos tranquilos (por
ejemplo en casa) donde las distracciones sean mínimas. Si empezamos trabajando
la llamada en el parque donde hay muchos estímulos, es más que probable que
nuestro perro encuentre interesante todo menos a nosotros.
Elige una palabra (ven o aquí, suelen gustar mucho) y úsala
siempre que le llames. La forma correcta es “Lolo aquí”. Informa siempre a tu
perro de lo que esperas de él. En caso contrario, lo despistarás y no querrá
participar del juego.
La llamada ha de ser alegre pues buscamos la curiosidad natural
del animal y, si nos mostramos felices, el perro estará deseando venir a ver
qué ocurre. Llámalo una vez y espera. Nos solemos impacientar en cuanto no
acude inmediatamente. Cuenta hasta 10 antes de volver a llamarlo. En estos
casos, es bueno acompañarse del lenguaje gestual pues los perros son mucho más
visuales que nosotros. No pasa nada por agacharnos o movernos, animando al
perro, cuando estamos empezando, para hacer aún más atractiva la actividad.
Durante el paseo, llámalo muchas veces y prémialo cada vez que
acuda. Cógele del collar de vez en cuando y vuelve a liberarlo inmediatamente
para que siga jugando. Si solo lo llamamos cuando nos volvemos a casa,
enseguida aprenderá que nuestra llamada significa fin de la diversión y cada
vez remoloneará más ante nuestras demandas. Si cada vez que regresa a nuestro
lado, dejamos que pase de largo sin que exista contacto físico, será difícil
agarrarlo en caso necesario pues habrá aprendido a zafarse y lo considerará un
juego más.
Cuando salimos a la calle
las primeras veces con nuestro perro, os recomendaría no soltarlo hasta estar
seguros de su respuesta. Existen unas correas estupendas de 10 y 20 metros para
practicar la llamada que proporcionan distancia al perro y seguridad al
propietario.
Si cuando estamos practicando en un lugar donde el animal puede ir
suelto sin peligro, el perro se despista ante cualquier estímulo y hace caso
omiso a nuestras llamadas, no nos enfademos con él ni con la situación, pues
nuestro tono de voz le resultará agresivo y el perro aún tardará más en volver
a nuestro lado. Lo mejor es movernos en dirección contraria a donde está
nuestro perro para provocar la respuesta natural de seguirnos. Si lo
perseguimos nosotros, estaremos jugando al “corre que te pillo”, un juego que le
encanta a nuestro perro pero que, a nosotros, no nos interesa en absoluto en
esos momentos.
Aunque tarde en volver, siempre que regresa
a nuestro lado debemos recompensarlo. Si lo hace pronto, podemos premiar con
una chuche o un juguete. Si se retrasa más, una caricia o una palabra amable
bastarán. Y sobre todo, nunca enfadarnos o regañarlo por volver tarde porque,
en ese caso, estaremos preparando el camino para que la próxima vez aún demore
más la vuelta. Cuando nos alteramos, el perro viene de forma lenta,
olisqueando, agachado y mirando hacia otro lado. Quiere calmarnos y debemos
saber interpretar su leguaje. Si hacemos caso omiso a sus señales, provocaremos
que se rompa la comunicación y además nos enfadaremos más sin razón.
Practica mucho, relájate y disfruta con seguridad de la relación
con tu perro. Un ratito todos los días, es la clave de éxito.